Hace unos meses nos dio por arreglar la fachada de la casa y como que nos quedo gustando el revolquero, mas que enseguida estaban construyendo, aprovechamos el desorden para emparejar el mugrero.
La idea era arreglar un poquito uno de los cuartos, cambiarle el tapiz, de pronto arreglar el techo, pintar y nada más, solo un poco y eso porque le queríamos dar una sorpresa a la hija que llegaba por estos días para pasar una temporada en casa.
Al principio todo parecía fácil, le dijimos al señor que arregló el frente para que nos diera una cotización de en cuánto nos saldría arreglar un solo cuarto.
Teníamos más o menos un mes para hacer el arreglo, así que le dijimos que si alcanzaba a hacerlo en ese tiempo que si no se podía, mejor no, pues no queríamos que la visita nos encontrara en medio de tanto revolcadero y ruido.
Asi que nos sugirió que en vez de cambiar el tapiz, le echaran una plancha boba que salía lo mismo y quedaba mucho mejor.
Era la primera vez que oímos este termino y ahí mismo a mi marido le pareció genial la idea. Nos hizo la cotización y que de una empezara con este embeleco, pero solo el cuarto de mi hija le decía.
Y empezó la demolición del cuarto y a traer personas para que asesoraran en si había que hacer cimientos en la parte baja para que aguantara la plancha boba, pues que si, había que hacer unas pilastras porque las de madera que habían seguro no aguantaban tanto peso, entonces ahí se empezó a hacer unas bases bien buenas en concreto y no en ladrillos.
Cuando ya habían desbaratado la pieza, pensamos que sería muy bueno seguir con el otro cuarto. Se cotizó y alcanzaba el dinero, y el mío dije yo, yo también quiero el mío remodelado. Nos pusimos a ver si alcanza para ese también.
Cuando nos dijeron cuánto costaba pensamos que sí nos alcanzaba para ese. Y ya puestos, cotizamos el arreglo del corredor, porque se vería muy raro los cuartos arreglados y el corredor, no.
Pues si, a ver siga cotizando, que si llega un dinerito en estos días seguimos. De buenas, llegó el dinero y continuamos con el corredor también.
Cuando menos acordamos estaba toda la casa desbaratada, no había ni por dónde caminar, mas que en esos días con el cuento de los bloqueos, cierre de vías y todo ese alboroto, todo empezó a escasear y a subir de precio.
Parecía que no íbamos a poder continuar, pues cemento no se conseguía en ninguna parte, la arena y todo lo relacionado con la construcción estaba agotado. Más confundidos estábamos pues si se quedaban las cosas a medias, difícil continuar después.
Así que el chico de la construcción se puso las pilas en conseguir material y traerlo de una a la casa, pues al paso que íbamos no había transporte por quien sabe cuánto tiempo, así que la casa quedó llena de material por todas partes, no se podía ni caminar.
No me explico cómo se construyo con todos en la casa, pues en esos días mi hijo y la nieta los cogió el trancón, sin poder viajar. Así que les tocó todo este alboroto, siendo un poco complicado trabajar con tantos en la casa, pero así y todo nos la apañamos para seguir adelante y terminar con éxito esta odisea.
En el camino se organizaron varias cositas que no estaban estipuladas, como fue el arreglo de las puertas, quitar una ventana, emparejar la cocina, una escalera, más bases en la parte baja, detallitos que alargaban la obra y más dinero.
Porque todo lo que se iba aumentando, también la mano de obra se incrementaba.
Lo bueno es que a todo el chico decía que si, nada le quedaba grande y lo más importante es que todo se hizo en el menor tiempo posible. Quedando como 15 días antes de que llegara la visita.
Cuando llegaron todo estaba más o menos bien, pues el polvo todavía no se disipaba, pero se logró el cometido de sorprenderlos con los arreglos de la casa.
Y eso sí, nos quedó la casa más bonita y yo súper feliz por todo lo que conseguimos en tan poco tiempo.