Nunca me ha gustado vivir suponiendo y pensando cosas como: «¿qué pasará mañana? ¿qué pasará si voy y no están? ¿qué pasará si no les gusto? ¿qué pasará si en la calle me accidento’? ¿qué pasará si no hay lo que busco?…
Hay una cantidad infinita de suposiciones y siempre me ha parecido que vivir suponiendo es vivir maluco y adelantándose a lo que tal vez nunca pase.
Esta semana vinieron a revisar el gas, ya han pasado 5 años desde la última vez. Cómo pasa el tiempo. El chico que vino esta vez, muy joven él de una le encontró problema a la ubicación de la llave para cerrar el gas.
Dice que está mal colocada porque en caso supositorio de que se llegue a prender la estufa ¿cómo haría para meter la mano y cerrar la llave por encima de las llamas? y me pregunta a mi, diciéndome: «suponga que se llega a prende la estufa ¿usted que haría?
Pues yo de una le voy diciendo que no sabría qué hacer porque no me gusta suponer. Que el día que se me prenda vería qué podría hacer, de resto es un desgaste de energías suponiendo tragedias.
Al chico le causó gracia mi respuesta y me dijo que de todas maneras no se podían dejar las cosas al azar que había que arreglar la posición de la llave a una parte donde no corriera peligro.
Pero no me explico. le respondo. si hace más de doce años colocaron el gas, hace 5 vinieron a revisar y los anteriores no le vieron problema por qué ahora sí.
¿Es que acaso las cosas han cambiado de esa parte a esta? y él me va diciendo que seguramente cuando colocaron el gas tenia una estufa de dos puesto que era muy diferente a la que tengo ahora.
Y yo le decía que no, que siempre he tenido la misma estufa y a los anteriores no les importó que me quemara. Qué gracias a él por querer que les dure un poquito más sin accidentes caseros.
«Pues que pena poner tanta pinga, pero es mejor la seguridad que la policía así que en el transcurso de la semana vendrá un técnico de la empresa a hacer el cambio de la llave, a no ser que conozca a alguien certificado», me dijo para concluir el muchacho.
«No, qué va mándelo usted, me gusta que me simplifiquen la vida lo más posible». «Bueno luego volveré a ver qué haya quedado todo bien.»
Al día siguiente fue el técnico, cambió de sitio la llave, me quedó como nuevo todo, menos la pared por donde pasaba el cable que quedo todo parchudo. Por lo demás hasta bonita se ve dónde la dejaron y sin peligro para mis manitos en un supuesto caso de que haya un accidente. Nunca se sabe, pero yo nunca pienso en nada.
Cuando vino el chico a ver el arreglo, me va diciendo que no se la podido quitar de la cabeza lo que dije sobre las suposiciones. Que le pareció muy gracioso y que efectivamente se nos va parte de la vida viviendo en continua zozobra pensando en lo que podría pasar si.
Pues que bueno, la verdad es que vivir suponiendo es quitarle trabajo a los imprevistos, la emoción de ser sorprendidos por cosas y además es vivir con los pelos de punta y alerta, no nos dejamos sorprender por lo que el destino nos tenga preparado.
Muchas veces por andar suponiendo se deja de hacer cosas, por que antes de hacer lo que se quiere se mete la suposición y suponemos que nos ira mal. Entonces no se realiza nada, porque la duda no deja avanzar y como siempre suponemos lo malo, nunca nos paramos a suponer que nos irá de maravilla en lo que sea que queremos hacer.
Y por vivir suponiendo que dirá la gente, dejamos de disfrutar cosas sencillas, a quien le importa que dirá a lo mejor ni dicen nada, pero como a toda hora vivimos acomplejados y con ganas de darle gusto a los demás, nos amargamos o amargamos a otros al no permitirles hacer algo por el simple hecho de que dirá la vecina, la amiga, el familiar que no deja de opinar.
En fin nos llenamos de motivos tontos para hacernos desdichados, si dejáramos tantos complejos sin fundamento viviríamos mucho mejor, eso es seguro y sin tantos supositorios que nos amarguen el momento.