Y al fin llegó el tan ansiado día. Aunque por ella, todos los días y a toda hora se cantaba ella misma su cumpleaños y a todo el que se le acercaba lo invitaba a su cumple.
Los preparativos no se hicieron esperar, y nos puso a todos a pensar qué hacer este año para que quedará diferente. Empezando por el vestido, la mamá se antojó de uno que vio por internet y me dijo que si lo podía hacer. Yo le dije que se intentaría ya que había poco tiempo y llevaba tejido.
Pues de una fuimos a comprar la tela y el hilo para el tejido y manos a la obra. Tenia 4 días para hacer el vestido.
Primero hice el tejido y luego a coserlo al vestido, a tiempo llegó una sobrina que sabe de alta costura y me ayudó a terminarlo. Las terminaciones siempre me dan algo de dificultad. Sin embargo, a la final nos quedó hermoso y la muñeca lo lució.
Para la reunión conseguimos la decoración de unicornio, las invitaciones las mandaron esta vez por whatsApp. Me pareció muy chistoso y esperaba que los regalos también llegaran por esta vía.
La torta de unicornio estuvo deliciosa. Algo engañosa pues parecía que estaba muy grande, pero la mitad era en icopor, así que tocó delgadita la tajada. Conseguimos crema con barquillos, ya que no encontramos las galletas de vainilla. A la final, así fue mucho mejor.
Esta vez llegó más gente que en las anteriores reuniones. Igual ella misma las invitaba, así que tuvo muchos regalos para destapar y como siempre los juguetes eran sus preferidos. No sabía a qué pararle bolas. Todos le gustaban.
Antes de que llegaran los invitados alcanzó a disfrutar de Pepa, el regalo que le había mandado mi sobrina y que ella disimuladamente dejó caer para que se saliera de la chuspa, hacerse la sorprendida, brincar y bailar con este peluche que le encanta ver en la tele y decía que Pepa le ayudaría a destapar los otros regalos.
Otro regaló que disfrutó desde el día anterior fue el que tenía para jugar con plastilina. Esa noche que llegué se le escondieron los paquetes, pero alcanzó a ver la caja y que la quería solo tocar.
Se le decía que era para su cumpleaños que ese día la podía destapar y ella que si, que solo la quería guardar. La cogía y la hacia sonar y eso le brillaban los ojitos con la idea de que había algo dentro. Esa noche lo guardó en el nochero y solo lo tocaba, al otro día que era con la intriga de lo que podía haber y como nosotras estábamos ocupadas con la decoración , dejé que abriera la caja y jugara con la plastilina.
Al fin que tenia más paquetes para destapar, aparte de los que le llevarían al otro día, así que disfrutó de lo lindo estos dos juguetes antes de que llegaran más distracciones.
El vestido le quedó apenas, no hubo que hacerle ningún arreglo. La tía le regalo las chanclas y eso fue otro paseo salir con ella a comprarlas, pues quería unas con un poco de tiritas y de color beige que no le combinaban con el vestido. Pero cuando le dijimos que eran para el vestido de cumple, ahí si se midió las rosaditas y que le quedaban lindas.
Toda contenta se las dejó poner y se miraba en el espejo y aprobaba lo que veía.
Al otro día se puso toda titina y a esperar a los invitados. Los padrinos se demoraron un poquito y toco cantarle el feliz cumpleaños sin ellos, pues los otros invitados se estaban impacientando. Así que a tomar las fotos y ella no veía la hora de ponerse a destapar los regalos.
Destapaba y a todos les hacia fiesta, pero cortica ya que había más paquetes. Entonces ella seguía destapando y regando todo por la sala y como casi todos fueron juguetes, pues el reguero de ollas, muñecos, armatodos, plastilinas fue descomunal. La ropa la alzaron antes de que la volviera chicuca y ella encantada en medio de todos estos juguetes, y no le gustaba que se los tocarán.
Había un niño y con él sí jugaba. La plastilina se evaporó en una sola sentada, le dieron un micrófono y lo compartió para cantar y hacer musarañas. Ella se gozó su fiesta de cabo a rabo y nosotros con ella también. Porque a la final la homenajeada era ella.