En estos días había una noticia en donde un señor andaba desparecido, y la familia pensaba que estaba perdido pues al parecer sufre de Alzheimer.
Pues hoy me enteré de todo lo que había pasado detrás de esta desaparición. Resulta que el señor se aburrió de vivir en una jaula de oro y decidió volar lejos de su nido.

El amor tocó a su puerta y de una se dio cuenta de que aún tenia vida por delante y algo que ofrecerle a otra persona. Algo que seguramente con la que estaba viviendo ya no le encontraba sentido y lo tenían como una tranca de la puerta que solo estorbaba.
¡Y claro que vendrán las especulaciones de la familia! Seguramente dirán que la otra chica solo lo quiere por lo que le pueda sacar.
Puede ser cierto, pero si el señor revivió con esta nueva relación. Qué importa pagar el precio que sea por unos días más de vida feliz, y no estar ahí como un mueble más de la decoración al que nadie le para bolas y todo lo que dice es tachado de «viejo chocho» que no sabe ni dónde esta parado.
Me parece que la misma familia nos encargamos de hacer inútiles a las personas, o nos aprovechamos de ellas al querer tenerlas solo de burros de carga.
Lo cierto del caso es que aunque la familia se paró en las pestañas, demandaron el caso y quisieron acusar a la persona que lo ayudó a liberarse de esta jaula de que lo había secuestrado o que solo quería el dinero de este señor.
La justicia al fin vio algo de claridad en este caso y estuvo a favor del señor, dejando claro que no lo podían obligar a vivir donde no estaba a gusto y que si estaba bien de sus facultades mentales, era su decisión vivir donde era aceptado y querido.
Y cuentan que el señor está irreconocible, ya no toca empujarlo sino que es todo vitalidad. Le faltaba algo en su vida para darse cuenta que aún no estaba muerto para este mundo, que todavía tiene algunos cartuchos por quemar.
Y es que a veces sin querer anulamos a las personas que nos rodean, no los dejamos ser ni hacer lo que quieran. Pensamos que tenemos la razón y por sobre-proteger a las personas las volvemos unos inútiles que se vuelven apocados e inservibles, y lo malo es que ellos mismos se lo creen.
Hasta que llega alguien que los ve con otros ojos y los hace darse cuenta de que todavía están vivos, que solo hace falta un empujuncito para volver al ruedo.
Seguramente la señora con la que vivía no debe estar muy de acuerdo con esta solución, pues nadie quiere ser dejado así de buenas a primeras por la persona con la que se ha compartido tantos años y se tienen hijos y una vida. Pero como nada es para siempre, los sentimientos están a la orden de cambiar cuando menos se espera y si no se está a gusto en una relación, pues a cambiar de aires, que el mundo es ancho y ajeno.
Muy valiente me pareció este señor, eso de sacudirse las telarañas que llevaba encima, no es fácil, ojalá hayan más valientes que den su grito de libertad y no estén atados a una relación por la costumbre y la monotonía. La cual a la larga cobra su factura.
El caso es que la escapada del señor es la comidilla del pueblo, algunos nos alegramos de que se independizara, para bien o para mal, lo mejor es vivir lo poco o mucho que queda de la mejor manera.
Y al parecer la tercera en discordia fue una ex-novia de la juventud de ella, pues el señor ya esta muy traqueado para haberla conocido joven, pero donde hubo fuego, cenizas quedan, dicen y estos decidieron revivir las pavesas que aún quedan en el fogón.
Que durará mucho, durará poco, eso nadie lo sabe, lo importante es que le de vuelo a la hilacha y que dure lo que tenga que durar.
Pues me di cuenta a ultimas fechas, de que el señor se le voló a la otra que lo quería tener solo para sacarle plata y que del amor que tanto se pavoneaba en decir que le daría, nada de nada, por lo tanto aprovechando un descuido de su nueva carcelaria, el pajarito volo y volo, decidiendo que lo mejor era solo que mal acompañado, al fin que dinero para pagar quien lo cuide sus últimos días es lo que tiene, por lo tanto se retirara a una casa de reposo donde nadie lo trate como un mueble mas de la decoración.