De colados

Hace días que no tenemos viejotecas, pues el señor que las organiza anda como patihinchado, tocará esperar que se deshinche y ver si quiere seguir con ellas. Parece que para mayo habrá donde ir a mover el esqueleto.

Así que la semana pasada estábamos desparchados, cuando llega mi marido con la noticia de que había viejoteca en el club de leones. Es un sitio donde nos gusta ir cuando hay baile, pues tiene muy buen espacio, ventilación y la música es buena.

Así que me dijo que si íbamos, pues claro, por mi no hay problema, pintela que yo se la coloreo. Cuando me invitan a salir, ya estoy afuera, no me hago mucho de rogar.

Nos fuimos para la viejoteca, había poca gente, pero había una cantidad de motos y de personajes estrafalariamente vestidos. Ve que raro, parece un baile de disfraces, pensé.

En la salida nos cobraron la entrada, normal, había apenas una mesa con tres parejas conocidas de los otros bailes donde vamos, los saludamos y  nos sentamos en una mesa cerca de la pista. En el camino nos habíamos encontrado con el amigo de siempre, como esta tomando droga, no puede beber licor, así que con aguita pasa.

La música estaba como nos gusta y como para bailar no necesitamos más gente, pues mucho mejor la pista para nosotros solos y las tres parejitas que estaban.

Los motoristas habían salido, seguro a darle la vuelta al pueblo, pues vi que se pusieron los disfraces con los que andan por las ciudades del país, eso parecían salidos de una película, lo más de chévere.

Se hacen llamar los depredadores, tienen su logo y toda la cosa, un pendón con su nombre y su insignia daban a entender que esta viejoteca era en honor de ellos o algo así.

El caso es que las parejas de la otra mesa se fueron al ver que no entraba más gente y que solo estaríamos acompañados de los depredadores, como que les dio culitis y nos dejaron solos.

Bueno, nos dijimos, al fin que nosotros solo queremos bailar, no importa quien este y si la música es de nuestro agrado, pues  de una, porque esa era otra cosa que nos inquietaba que de pronto estos personajes tuvieran gustos raros, pero no, eso bailaban lo que colocaran y muy amables hasta estuvimos charlando con algunos de ellos.

Parecíamos moscos en la leche, pero solo por la vestimenta, pues todos ellos eran de negro, con sus tatuajes en los brazos, sus pantalones como de cuero, sus mechas todas estrafalarias, unos tenían unos bigotes largos, otros unos peinados todos raros, mejor dicho estábamos como de colados que yo digo.

Luego hubo baile de tango, especialmente para ellos y para nosotros ya que estábamos ahí. Nos tocó una buena demostración, habían contratado a dos persona que bailan el tango súper bien.

También había mariachis y hasta comida nos dieron, una picadita de carnes con patacones. Mejor dicho nunca nos habían tratado tan bien, por eso es mejor llegar  a tiempo que ser invitados.

El amigo no se quedó con las ganas de averiguar qué había pasado con la gente que no fue o si era que el baile era privado y estamos de parche allí. Así que sacó a bailar a la anfitriona y le sacó la información.

Resulta que ella si había invitado a más personas y le habían dicho que si iban, pero a la mera hora no fueron quien sabe si los depredadores los espantaron o que pasó.

El caso es que nosotros la pasamos de rechupete, hubo francachela y comilona por el mismo precio y bailamos hasta que nos cansamos, además que descubrimos que por más diferentes que sean a nosotros en cuando a la vestimenta y gustos por las motos, son personas que les gusta comer, bailar y pasarla rico. Así que genial.

Y no es que seamos como «el pegado» de la canción, pero así la pasamos de bueno jajajaj