Anoche salimos un ratico a ver dónde se podía bailar unas cuantas piezas. Desde que no halla viejotecas, es complicado encontrar un sitio donde pongan música de baile, al menos la que nos gusta.
Así que nos fuimos para un sitio donde ponen más música de aplanchar que de bailar, pero si se les dice a los dueños, pues le colocan la música que uno quiera. Entramos y vimos todo re-modelado, los asientos cómodos pero malucos, luces de colores, cositas que antes no había.
Pedimos la caneca de aguardiente y de pronto se inunda ese salón de humo, que cosa tan asfixiante. De una salí para la calle a tomar aire y le dije al señor que si era necesario inundar el salón con ese humo tan maluco y me dice que es que las luces se ven bonitas con el humo.
No pero si dañaron este sitio, otro menos para visitar, al menos a mi me hace daño ese humo, así que espero que no echen humo el rato que estaré aquí. Bueno, dijo el señor.
Me volví a sentar y se disipo todo el humero. Un rato estuvo todo calmadito, solo luces, vídeos y en la pared el aviso de «Prohibido fumar» con letras mayúscula, para que la gente no se pierda y le digo a mi marido de razón que prohíben fumar si aquí nos dan todo el humo que queramos, no necesitan competencias.
Que risa que le dio y cuando pasa el dueño le dice lo que yo dije y al señor le da risa y dice claro, nosotros nos encargamos del trabajo sucio y así sigue el rato sin humo.
Hasta después que pagamos lo consumido y empiezan a echar humo de a poquitos, no pues si quiere que nos vayamos, no es sino que lo digan y yo voy saliendo pitada de allí y el señor este tiene la concha de averiguar por que salí, nos echó el humo, le dice mi marido, y nos fuimos, al menos alcanzamos a bailar alguito y les dimos lata un rato, pero como van las cosas nos estamos quedando sin sitios para ir de rumba.
Como que vamos a tener que hacer un club privado de meros viejitos, algo discreto y nada estruendoso y mucho menos con ese humero tan inmundo que les da por poner en las nuevas discotecas.