En el viaje de ida nos tocó un bus que no paraba y encima el sanitario era una porquería. Así que casi nos tocó hacerle huelga al chófer para que parara porque nos sabia la boca a champaña.
Y cada que alguien iba a decirle que parara, siempre contestaba: «ya mismo, ya mismo» y seguía. Así que se levantaba otra y era el mismo cuento. Casi que le hacemos el cacerolazo, si hubiéramos tenido cacerolas, hasta que empezamos a hacer bulla y que los íbamos a demandar por tenernos aguantando, que si se nos dañaba la vejiga se la cobrábamos, ya hablábamos puras bobadas (tan raro), hasta que por fin de tanto escándalo que le estábamos haciendo paró en un restaurante y que salimos todas en desbandada.
Cuando todas terminamos de hacer chcichi, les dije que llevaran una miada de reserva, ya que este señor parecía que no tenía vejiga. Qué risa, todas la cogieron al vuelo y les pareció buena idea, solo que ya el chófer no nos dejó coger más ventaja y siguió parando regularmente. Creo que pensó que era mejor parar a que le miáramos su bus.
Que caro sale mira fuera. Pocas partes prestan el servicio sino tienes con que pagar. Eso hasta se le quitan las ganas a uno de entrar cuando se ve el letrero en la entrada. O sea que cuando se viaja hay que echar los viáticos para cada parada que se haga y no quedarse con las ganas. Encima que por lo regular todos los servicios son mojados, sucios, sin agua para vaciar. La necesidad tiene cara de perro y toca hacerlo dónde sea, pero muchas veces el olor espanta.
3 respuestas a «Miada de reserva»
Para evitar esto trato de ir al baño antes de viajar, así no tenga muchas ganas, porque no es si no que arranque el motor y ya estoy con ganas de ir… (algo psicológico creo) 😀
jajaja pues mira que ya somos dos… Aunque en los viajes largos es complicado 🙁
Pero más complicado hacer chichi en los buses, con el zarandeo es complejo atinarle al hueco y si es así para nosotras, no me quiero imaginar para los hombres.