Hoy cogieron a un ladrón que se le robó la cartera a una señora. Apenas abro la puerta que me pregunta una amiga: ¿Qué pasaría allí que hay tanta gente? Pues de una tocó ir a buscar información a ver qué pasaba, pues estaba en pañales a esas horas de la mañana.
Los vecinos del frente ya estaban con las antenas puestas mirando y especulando ¿dónde estaría el ladrón? Pues vemos a la policía, que milagro, la patrulla y policía en motos, con una escalera trepándose a ver dónde estaba el ladrón, que se había encaramado en el techo de una casa en construcción, cerca de un barranco. Me lo imagino como una rata en su ratonera sin tener para dónde pegar, pues de allí lo bajaron con la cartera y la dueña se le abalanza a darle con un palo. Pobre, le supo a leche de perra este intento de robarse una pinche cartera que no tenía nada. Según la misma dueña, si acaso los papeles, pero solo por el susto que le pegó se merecía un buen escarmiento.
La policía se lo quito porque estaba encarnizada con el pobre ladrón. Maltrecho y todo herido en su amor propio. No es nada agradable que no le dejen trabajar en forma. Cómo es que le impiden conseguirse el pan de cada día. Al menos en la estación le darán algo. Aparte de bolillo, o lo soltaran inmediatamente pues al no alcanzar a efectuarse el robo, no hay delito para perseguir. Aunque como la justicia se hizo para los de ruana, seguro a este que no mató a nadie, si lo meten a la cárcel unos cuantos meses, o años lo más seguro.
La novelería fue mucha, pero igual se dispersó apenas se llevaron al objeto de tanta algarabía. Al menos empezamos el año con algo de movimiento, porque pasaron muchas cosas que ni me dí cuenta este fin de año. Heridos, muertos. Como siempre por culpa de los tragos malucos.