Quien se iba a imaginar que a un muchacho joven, lleno de salud, lo iba a coger una gripa y le iba a dar tres vueltas y derechito para el hoyo. Dicen los allegados que hacia varios días tenia una gripa que se le quitaba y volvía. Hasta que volvió con tanta fuerza que ya no hubo forma de detener el desenlace fatal.
Y en menos de lo que canta un gallo, se fue para el otro lado. Dañándole la Navidad a sus familiares. Habiendo tanto meses en el año, escogen este como para que no se les olvide la fecha fatídica. Dentro de lo trágico se le puede ver el lado medio bueno a la situación y hasta la propia madre está de acuerdo en que los hijos son prestado y que todos estamos de paseo y que por lo menos siendo policía no murió como muchos en estos días, matado, secuestrado, torturado, sino de «muerte natural». Algo que muy pocos se pueden dar el lujo con tanta violencia que estamos viviendo.
Algunos decian que estaba dopada, pero creo que todos reaccionamos de diferente manera ante la pérdida de un ser querido. Pues ella me decía que a pesar de ser un dolor insoportable, le agradecia a Dios por los años compartidos con su hijo y que se lo haya llevado de esa forma, no violentamente.
Una forma realista de ver las cosas. Duro. Pero aceptando lo inevitable. Al fin que es una pequeña ventaja que nos llevan. Todos vamos pa lla, tarde que temprano. La abuelita si estaba inconsolable, muy triste para la pobre viejita.
Pero no todo es malo en los entierros, a veces se ve gente que hace añisimos no se ve, como a un profesor de bachillerato, de cuando estudiaba donde las monjas, como me gustaba el hijuemadre en esa época, me parecía tan bello, pero oh desilución, los años no pasan en vano y volverlo a ver fue frustrante, nada que ver con el recuerdo que tenía, mientras que él me encontró muy querida, segùn sus propias palabras, yo no pude decir lo mismo, me hubiera quedado con el recuerdo bonito.