En esas andas, con un estropicio que tenemos diagonal a la casa. Esta semana vinieron los barrenderos, sacaron basura, limpiaron y trajeron a unos señores para soldar unas láminas encima de las rejas por donde se estaban entrando las ratas de dos patas. Me hubiera gustado verle la cara a los inquilinos que la estaban habitando en las noches, cuando llegaron y vieron que les cambiaron las chapas, que ya no se podían encaramar tan fácilmente.
Todos los vecino especulamos que le iban a hacer a esta reliquia municipal. Unos decían que la iban a vender, otros que la iban a alquilar. Los más optimistas como Juanita quería que hicieran una zona verde para los niños jugar ahí.
Pero nada que ver. El adefesio sigue ahí cada día más feo, lo único es que ya lo encerraron más para que a nadie se suba. Ni los chicos pueden ya ir a jugar ahí. Era hasta divertido ver como trataban de subirse aunque me daba pensión que se quebraran las…. piernas o cualquier otra cosa.
Y la gente pasa y se queda mirando lo que hicieron y no se explican cómo es que no hacen ni dejan hacer nada con este edificio que se le podría sacar arta platica si lo alquilaran, vendieran o montaran algún negocio en él. Pero ni rajan ni prestan el hacha. Por lo tanto, con este remiendo se desentenderán un rato de él, hasta que el moho haga caer lo que hicieron y las ratas vuelvan a entrar.