Anoche que estuve jugando parqués con dos amigas, una de ellas se enojó conmigo y salió tirando la puerta y que se la llevaba el diablo. Que no volvía a jugar, que ella no estaba acostumbrada a que la trataran mal y se fue echa un titi.
Sólo por que yo dije que no sabía jugar y que hacía muchas chambonadas en el juego. Para que me tiran de la lengua. Habíamos terminado y ya nos íbamos cuando ella empezó a decir que en el juego no es como uno quisiera sino lo que daba el dado. Entonces yo dije que no sólo lo que daba el dado sino las malas jugadas y las chambonadas que se cometían al correr las fichas. Que a mi no me molestaba perder, ni que me metieran a la cárcel, ni que me persiguieran. Me molestaba las malas jugadas donde el contrincante ganaba por ponérsele el parques en bandeja de plata. Sin dar la pelea.
Entonces ella empezó a justificarse por correr mal las fichas, y yo a decirle que ella aún no sabía jugar, ni perseguir al enemigo y que dejaba que se ganaran el parqués por no correr bien y eso sin contar que se mangualan las dos contra mi. Algo que a mi no me molesta y hasta las ayudo a que me persigan, para hacer el parqués más interesante y entretenido, pues no le veo la gracia de jugar ahí por jugar, me gusta donde las jugadas son pensadas y con dificultad para los contrarios.
Pero seguramente no digo las cosas con delicadeza o anoche estaba especialmente sensible la otra que se enojó como nunca. Ni porque fuera la primera vez que les digo sobre las jugadas. En fin habrá que esperar. Ella tiene dos trabajos: haberse enojado y contentarse sola. Por mi se puede quedar enojada de por vida. Semejante tonteria para botar corriente, que se contete solita, así como se enojó.