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Cosas que pasan

Pero es que no dejan dormir

Luego de llegar no tan tarde de la calle y de haber peleado por la mala música, llegan unos caballos a mi casa que me despertaron de una, parecían relinchos y pisadas de pezuñas andando por todo el corredor. En el momento en que me desperté, pensé que estaba soñando con una manada de animales riéndose, cuando me aclaro bien y no, era mi hija que había llegada prendida….. de las paredes, en compañia de sus amigas con las que había salido de noche de chicas solas y aprovecharon para alzarse la bata hasta el copete. Pero la más perjudicada fue ella, que llegó que no veía ni sus luces acompañada por dos de las muchachas y el marido de una de ellas, que muy alcahuete fue a recogerlas donde estaban, a la otra la habían dejado ya en su casa sana, pues al parecer no empino el codo y las otras estaban chispeadas pero no caídas de la perra, tanto que hasta una de ellas se puso a hacerle caldito a la otra a ver si la reanimaban luego que botó todo lo que se había comido. Unos buñuelitos más ricos calienticos con arepita con queso, se podrán imaginar el olorcito.
Y las muy indignas no hacían sino burlarse de la caida en desgracia, que ellas no tuvieron la culpa de que le supiera tan bueno el tequila que bebieron, porque claro, no se emborracharon con aguardientico, sino que tiraron el chorro alto. Al menos para que la borrachera fuera de altura y el caldo a duras penas le hicieron tomar una cucharadita por que remilgada si es, hasta dormida.
Luego de mucha recocha y de haber acostado a la caida, pues me tocó despacharlos a dormir, sino seguirían con la lora hasta la amanecida, porque cuerda si tenían, pero sueño también, al menos yo.
Al otro día amaneció con la resaca viva y las otras tan campantes. Es que eso de pasar de los 30 no es cualquier cosa, ya el palo no está para cucharas y la cejuela se les vino con toda, ya no les queda sino recordar cuando comían y dejaban, ahora ni comen ni se dejan.

Por Amparo Bonilla

Me considero una apasionada de la vida, soy alegre, optimista y siempre encuentro lo bueno de lo malo. Tengo una filosofía de vida que consiste en hacer lo que me gusta, cuando quiero hacerlo y sobre todo sonreír porque la vida serie es muy aburrida...

4 respuestas a «Pero es que no dejan dormir»

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