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Cosas que pasan

La decadencia de Monrose

Con lo que me gustaba ese sitio para bailar por su pista, pero últimamente la música deja mucho que desear y yo de terca me quise meter de nuevo en ese chochal. solo para pasar rabias y no disfrutar nada. Esa platica se perdió, pero eso sí, no fui la única que paso maluco, pues el rato que estuve me aseguré de hacerles pasar un mal rato a los empleados, pidiendo música y quejándome a todo momento, hasta devolución del dinero exigí, así como el nombre del dueño para quejarme personalmente de la mala atención, no del mesero pero si de los administradores que no desean que ese local salga a flote, están como empeñados en hundirlo en la más absoluta soledad y eso no creo que sea lo que el dueño quiere.
Cómo es que un sábado en pleno puente y con la gente con ganas de divertirse y bailar se tiren todo el paseo poniendo música maluca y un sonido asqueroso que no se entendía nada. El pobre mesero no sabia ni qué hacer, me dijo que fuera y le dijera yo misma a la que ponía la música  por que él ya le había dicho y no hacia caso, pues fui y le pedí que cambiara esa música por algo bailable que como era que un sábado y esa música tan desagradable. Me dijo que era la música que los clientes pedían !ah, pues ahora yo pido música de baile y sino la va a cambiar me va diciendo para irnos que estamos aburridos!, por ahí coloco una salsa maluca, que la bailamos al no haber más, luego volvió a colocar otro disco para dormir, entonce fui de nuevo donde el mesero y le dije que si no nos podían devolver la mitad del dinero aunque sea, pues teníamos mas de la mitad de la caneca, que si sabia quien era el dueño, pues me pensaba quejar por la mala atención con la música a lo que él me dijo que él mismo nos iba a colocar la música que nos gustaba, para que no nos fuéramos pero si acaso lo dejaron poner un buen disco, del resto era el gusto de la discómana que parecía más empeñada en que la gente se fuera a que se quedaran.
Pues poco me le aguante no colocaba sino salsa, cuando colocaba algo para bailar y de una salsa que no sé de donde sacaba esa música, luego uno romántico, después dos de restregar, luego otro romántico, después una salsa que no la conocen ni en su casa y así se la peloteaba todo el rato, hasta que me canse y le dije a mi marido que nos fuéramos, yo no iba a bailar lo que la boba esa quisiera.
Y por supuesto que me gustaría quejarme con el dueño del chuzo, pero no vale la pena, con no volver es suficiente, al fin que hay otros lugares agradables donde ir. Allá él sino cuida su negocio y deja que se vaya al garete.

Por Amparo Bonilla

Me considero una apasionada de la vida, soy alegre, optimista y siempre encuentro lo bueno de lo malo. Tengo una filosofía de vida que consiste en hacer lo que me gusta, cuando quiero hacerlo y sobre todo sonreír porque la vida serie es muy aburrida...

2 respuestas a «La decadencia de Monrose»

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