Llegamos a su casa, allí estaba el de la maleta, claro me acordaba de él. De haberlo visto en el bus, en cambio él no se acordaba de mi ya que se había sentado delantico mío. Por lo tanto era casi imposible no haberlo visto, además de que es un señor llamativo, alto y hasta buen mozo.
Ahí mismo me conto la historia de su maleta, de como no la había necesitado y asi como llegó la dejo a un lado sin destaparla, hasta la noche siguiente que fue a sacar la ropa, cuando ve ropa interior de mujer, que susto que se llevó cuando ve esto y pega el grito en el cielo. Pensando que en que momento le habian metido cosas raras en su maleta y que le dice el hermano, «quieto ahí, no toque nada, que esa no es su maleta, miremos a ver si hay algún teléfono o alguna forma de comunicarnos con la dueña de esta maleta». Así se pusieron a revisar. Cuando sacan el sobre con todos los papeles para la Embajada, revisan y ven plata, CDT, tarjetas de crédito, «no, esta señora debe estar preocupadísima por su maleta, hay que llamarla de inmediato» dijeron. Menos mal que información sobre mi tenían, hasta más de la cuenta y se dan a la tarea de llamar a varios teléfonos, hasta que me localizaron.
Luego llego a la terminal y que voy a rodamientos como me dijo el señor aquel, para que me hicieran un descuento en el pasaje. Mejor ni hubiera ido, el famoso descuento fué de $5.000, miseros pesos, para acabar de amolarme, me devolvieron un billete de $20.000 falso en la misma oficina del reclamo.
En la buseta en que iba a viajar se montó un matrimonio, sólo eramos nosotros tres en el bus y ellos, todos enojados por que les habían dicho de un bus grande, no ese pequeño en el que nos montaron, yo sí había querido la buseta pequeña, pus pensé que iría más rápido y además, siendo de día pues no dormiría. Al ver enojados a estos chicos, les dije: «ni modo, a contemplar el paisaje, asi que relajense y disfrútenlo». Les dió risa mi comentario y se calmaron. Nos subimos al bus y nos fuimos charlando, cuando nos bajamos a comer ellos me invitaron y pagaron lo que consumí, asi que no necesite dinero.
Cuando llegamos a Armenia llamé a Gloria para que me diera la dirección que yo llegaba sola a su casa y me dijo que no, que ellos iban y me recogian a la terminal a la hora que llegara. No fuera que me volviera a perder. Y menos mal que así lo hicieron pues al querer pagarle al taxista con un billete de $10.000, estaba falso. Entonces le dije que tenia el uno de $20.000 y resulta que también. No que pena, yo con plata y más pelada que culito de niño Dios.
Pues por lo menos dentro de lo salada, no lo fuí tanto. Pues yo estaba inocente de que estaba toda falsificada y en ninguna parte necesité plata, sólo al llegar a mi destino, pero ya tenía quien respondieran por mi.
Así terminó este paseo, que pudo ser una pesadilla, pero que gracias a Dios, tuvo un final feliz y quedé con nuevos amigos. También sirvió para corroborar de que aún queda gente buena y que siempre tengo un angelito en el cielo que guia mis pasos.