En estos días he estado en contacto con un chico, el cual estaba pasando por una etapa de enamoramiento romántico, donde él creía y chupaba mocos de que no podía querer a nadie más, que si no era con esta chica de sus sueños, su mundo no tendría razón de ser.
Me tocó un poco de trabajo sacarle tantas cucarachas de la cabeza, pero con un poco de auto-sugestíon, por fín el chico abrio los ojos y vio que a su alrededor había más personas y más dispuestas que su amor platónico, que no le daba ni la hora.
Pues luego de 8 días de charla, por fin se encontró con otra chica, que le tiro los perros, lo normal hoy día, porque si se pone a esperar que sea al contrario, le salen raíces, pues la chica está se lanzó al ruedo y él un poco reticente y acicateado por mi, aceptó la amistad de ella y en un solo día desbanco la imagen de su chica soñada.
Lo que es la vida, así como pasamos de la alegría al dolor, también de la tristeza a la alegría en un santiamén, ya no se cambia por nadie. Claro no es lo mismo tener a alguien de carne y hueso, dispuesto a todo por uno, que una imagen de alguien para la que somos indiferentes.
En este punto donde va la historia, ya las cosas han avanzado a pasos agigantados, ya las emociones se han desbordado por ambas partes y los dos están viviendo una historia de amor única e irrepetible para ellos, esperando que les dure un poquito más que lo que dura una flor.