Como que estamos en invierno, desde que llegué no ha parado de llover, aparte de que el bus se demoró una eternidad para llegar, cuando por fin aterrice, estaba cayendo un palo de agua, por poco y no me encuentro con la amiga, el agua no nos dejaba ver, cuando al fin nos encontramos, cojimos el transporte para la finca y había que pantanero debido a las lluvias de todos esos días, la buseta, se atascaba, casi que llegamos patinando.
Luego cuando nos ibamos a venir, quise aprovechar el carro de la hermana de mi amiga, y que nos íbamos, ya estaba desesperada en esas lejanias, sin ninguna tecnologia a la mano, desconectada del planeta tierra, el celular descargado, sin forma de recargar, por que allí estábamos en los tiempos de upa, sin energia, cocinando con leña, bueno eso si es normal en las fincas, aunque para mi era una agonia, tener los ojos llorosos todo el día por el humo, aunque ricas las arepitas recien hechas, me acordé de las veces que me tocó hacerlas en la casa, cuando mi mamá hacía arepas para vender y yo era la que las armaba y asaba, entonces, ya tres días de retiro espiritual me parecian más que suficiente y al ver la oportunidad de poderme ir, pues de una, sin pensarlo más, de salida, que llegaban otros familiares, en otro carro más pequeño, nosotros seguimos en el que ibamos, cuando que se encuneta, se puso a patinar en el barro y nada que queria salir, por más que lo empujaban, que le ponian ramas, piedras, de todo lo que había a mano, ese cacharro nada que arrancaba, hasta que nos tocó devolvernos, y dejar el carro con el dueño adentro, que no lo queria dejar solo, de regreso los otros ya iban de salida, cuando nos vieron regresar, les tocó devolversen también, por que ese si que menos pasaria, entonces eramos más de 18 personas de regreso, para pasar la noche en dos piecitas, no me explico como se hizo, pero asi se amanecio, casi unos encima de otros, pero con la virtud intacta, que desperdicio jajajaja, eso sí chachara ventiada, al que hablara más dando espera a que llegaran con el dueño del carro, que lo fueron ayudar a descunetar un poco, llegaron mojados y empantanados, los señores, apenas llegaron a dormir y cerrar la puerta, ya el que se quedó adentro, dificil salir, menos mal a nadie le dió por salir ni a mear, sólo al perro del dueño del carro, como a las tres de la madrugada pidio salir, hasta un perro dentro de esa pieza, lo cuidan más que a un bebé, el niño lloraba, la mamá le daba teta, la gente roncaba, tiraban vientos, tosian, estornudaban, hablaban dormidos, cuchichaban, era una cocofonia de ruidos, pero así y todo se durmio con torticulis incluida.
Al otro día muy temprano, nos levantamos, ya que los señores de la casa madrugan de por si y hubo que abrirles campo para que pasaran, el señor se había acostado borracho, ni cuenta se había dado que le habiamos invadido la casa y que no se podia levantar sin pisar a más de uno, la señora le explicó lo que pasaba, nos levantamos a moler el maiz, hacer las arepas, huevos, chocolate, pan y se fueron todos los hombres y algunas de las señoras a tratar de desvarar los carros, yo me quedé, con otras que no quisieron ir a embarrarse, en ese punto ya ni me queria mover, sólo esperar que entrara el verano y secara el camino, pero nada, más agua ventiada, llegaron al rato con la satisfación del deber cumplido, los carros desvarados y ellos embarrados hasta la cabeza, mojados tiritando de frio, pero ya el transporte resuelto, claro que nos tocaba caminar para alcanzar los carros, que los habian llevado en volandas hasta lo alto, como 30 minutos caminando, en medio del barro, no habia campito para hacerle el quite, tocaba meter las de caminar, llegamos a los carros, quedaron bien bonitos de pantano, tocó hacer maromas todas raras, empujar aún, meterle gasolina por los lados, por que era de gas y se le estaba acabando, mejor dicho salimos de milagro y más milagro llegar a la casa de ellos en esa forma, al fin la civilización, que maravilla, cuanto se extraña lo que no se tiene y cuando se tiene, se toma como si nada, una experiencia más.