Caminamos de bajada como media hora, suave, la subida no tan suave, que duro es caminar en lomita, porque no se puede decir, «que bruto, la loma», pero si un poco empinado, toda la semana se sintio la caminadita, las pantorrilla, las sintieron, hasta el viernes aún, se me querian entumir.
Ya no se ve gente conocida, casi, todos son nuevos inquilinos, parece que menos chismosos que los anteriores, por lo menos los recuerdos que tengo es de la gente sentada en los andenes, chismoseando quien sube, quien baja, para criticar, seguro ahora ya hay otras cosas en que entretenerse, la tecnologia le ha quitado mucho augue a la lengua viperina de la gente.
En todas partes, por muy pobres que sean tiene su televisor de nose cuantas pulgadas y a color, puede faltar cualquier cosa, menos su televisor, cosa que no existia en mis tiempos, entonces el entretenimiento de la gente era comer projimo.
Me pareció mejor así, se siente uno menos reparado, me parecia tan incomodo, cuando habia que pasar por el cordón de las chismosas que lo iban despellejando a uno a medida que se pasaba, era una sensación de descueramiento, se sabia que se quedaban atrás criticando y asoleando todo lo que más pudieran y hasta más, por que para inventar cuentos, nadie les ganaba.