La vida llena de paz interior no tiene nada que ver con mansiones lujosas, carros costosos, ropa de marca, altos cargos o buena posición social. La felicidad está en buenas relaciones, no en las muchas posesiones.
La felicidad es saber vivir y es esquiva si tus metas no son amar y evolucionar espiritualmente, sino tener o figurar. Hay más felicidad en dar y darte que en recibir, es más importante ser que tener, es más valioso lo espiritual que lo material y cuenta más lo interior que lo exterior.
Hay un dicho que dice:
Hay personas tan pobres que lo único que tienen es dinero o fama.
El éxito social es evanescente y efímero.
Lo que conviene buscar es un éxito integral en el que logras armonia, incluso azotado por la adversidad. Hay personas felices en una prisión, una clínica o un tugurio. Se le puede hallar sentido a la vida en una silla de ruedas y en esto hay buenos maestros, como el profe Luis Fernando Montoya.