Un amigo me dijo que si quería insultar a alguien le dijera que «lo vería construyendo«.
En su momento no entendí porqué podría ser un insulto, pero ahora con el cuento de la remodelada en la casa, me di cuenta que tenia toda la razón
Pues no hay nada más complicado que alborotar cualquier cosita en la casa. Eso es un deslechadero que parece no tener fin.
Todos los días se necesita desde una puntilla hasta cualquier cosa que cuesta un riñón.
Desde, primera hora, que llegan a trabajar hasta que se van en la tarde es un desagüe muy horrible.
Y más cuando el contratista se echa con las petacas y contrata gente que no sabe dónde está parada, que en vez de hacer solo sabotea el trabajo.
Eso es lo que nos pasó con la remodelación, se supone que era algo que se podía hacer en mes y medio y yéndole muy mal dos meses. Pero duramos más de cuatro meses y aún, en ese quinto mes, que ya estamos con todo «terminado» hay detalles sin terminar.
Eso sí, el presupuesto hace rato se agotó.
Osea que ni para acosar se puede pues los trabajadores ya están al fiado, por lo tanto les toca conseguir trabajo donde sí se les paguen y en la casa, cuando les sobre tiempo vienen y terminan lo que no se consiguió en 4 meses.
Recomendaciones si vas a remodelar
Esta experiencia nos deja con algunos aprendizajes y cositas para tener en cuenta para futuras construcciones, que dejo aquí para que a mí no se me olviden y quizás te ayuden a ti también.
En primer lugar no contratar al mismo que ya sabemos que no es la mejor elección, puede tener muy buenas intenciones pero si tiene muchos problemas encima, mejor no contratarlo.
Esto es porque todo el dinero del mundo no le alcanzará para sus necesidades.
Con nuestro contratista, la primera vez que trabajamos con él nos fue bien con. Para qué, hizo un muy buen trabajo.
Sin embargo, la segunda vez si nos fue como perro en misa, y no solo en la remodelación, nos pasó también con la arreglada de los muebles del negocio.
Habían terminado todo y las luces no se habían puesto. Basta decir que nos tocó contratar a otra persona para que terminara esa parte, al menos, para arrancar.
Como dicen por ahí, las segundas veces no son buenas. Al menos este persona se echó a las petacas.
En segundo lugar nunca pagar adelantado por un trabajo que no se haya terminado, no se puede hacer, por más recomendaciones y problemas que tenga la persona.
Ahí sí como se dice «plata en mano y culo en el suelo». Pero ese cuentico de que «ya esta semana termino», «ya casi, falta poquito», «es mi dinero» y «no los voy. dejar tirados».
Nada, hasta no estar terminado completamente no soltar toda la money.
En tercer lugar no comprometerse para alimentar a los trabajadores. Ese es otro deslechadero diario.
Que porque nos trabajaban más económico si le dábamos comida, eso es un pajazo mental.
Sale más caro el caldo que los huevos y es mucho trabajo para todos. Le resultaba barato al contratista a nosotros nos salió un ojo de la cara.
En definitiva, tuvimos que aprender mucho durante esta remodelación y es mucho lo que seguiremos aprendiendo tras ella.
La paciencia y las rabias que tuvimos que soportar no están escritas Y cómo dicen por ahí perdiendo es que se aprende. Triste, pero real.
Algo que nos faltó por hacer cuando veíamos que no se cumplían las metas, fue echar al maestro, si no estaba dando resultados, nos hubiéramos evitado muchos dolores de cabeza si desde un principio se hubiera cambiado de trabajadores.
Sin embargo, el miedo a dejar todo patas parriba, que de pronto no consiguiéramos quien hiciera las cosas como era… En fin se llena uno de miedos infundados, cuando se sabe que nadie es indispensable en nada y que cualquiera llega y hace las cosas mejor y sin tantos problemas.
Un año después de eta experiencia y aún no nos sobreponemos a todo el desastre económico que nos dejó la mala decisión que tomamos.
Aunque eso sí, el negocio nos quedó muy bonito, lo que se hizo al final quedó bien, pero pudo ser mucho mejor y menos caótico.
Y como no se puede llorar sobre la leche derramada, pues al mal tiempo buena cara y a aprender de esta experiencia, eso es lo que nos queda.