Esta semana pasó algo muy chistoso. Todos los dias que mi marido llega de la finca, guarda la moto.
Pues resulta que esta semana olvidó guardarla y se acostó olvidando por completo el tema. Así que la moto quedó fuera a la interperie. La pobrecita que nunca había aguantado frio.
En la casa ninguno cayó en cuenta ni la echamos en falta. Todos nos acostamos y a eso de la medianoche que yo siento que algo se me pasa por encima, y veo a mi marido en el suelo gateando para pararse.
Yo me desperté toda asustada, pues no entendía lo que pasaba y si me quería gatear por qué estaba en el suelo.
Me quedé como la chica de Indiana Jones que era «mira aquí estoy» y el buscando a los enemigos hasta debajo de la cama.
Qué risa, cuando veo que abre la puerta y yo seguía sin entender qué pasaba.
Pensé que estaban tratando de abrir la puerta o que se habían entrado los ladrones, cuando va diciendo «es que deje la moto afuera y apenas me acordé».
Pues con la bulla que hizo despertó al resto de la gente que fueron a ver qué pasaba, si era que necesitaba ayuda o que.
Y yo no pues que les digo que me estaba gateando, pero resulta que la moto es más importante.
Eso fue para risas, y como siempre le sacamos pelos a un calvo pues habrá cuento para rato con esto.
Y con la despertada me desvelé y casi que no me duermo, y entonces mi marido dice. «Claro, como no quedó en nada la gateada se quedó desvelada esperando a ver qué pasaba.«
Él siempre le saca la mejor parte a todo y eso es lo bonito de toda esta experiencia.
Cuéntame ¿Cuándo fue la última vez que te gatearon?