El día de hoy es triste, hasta el cielo está llorando, se nos fue una gran amiga de toda la vida. Tantos recuerdos y tantas anécdotas compartidas.
Con ella viví grandes experiencias, recorrimos juntas parte de nuestras vidas. Conocimos y paseamos por lugares que nos hacían reír y luego recordar cada cosa que nos pasaba.
Con mi hija cuando pequeña la llevábamos para todos lados, nunca la dejábamos por fuera de los paseos y siempre estuvo muy pendiente de sus progresos y alegrías.
Nos gustaba costurear e ir donde las amigas que también les gustaba pasar tardes enteras entre punto y chisme, sin hablar mal de nadie, pues eso sí nunca nos gustó, cada quien con su vida y nosotras si rajábamos no le sosteníamos a nadie.
Siempre que nos referíamos a la forma de partir de este mundo, pedíamos que no nos tocara estar reducidas en una cama. Como le tocó a ella pasar sus últimos días, menos mal fueron pocos, pero sé que para ella fueron una eternidad, aparte de estar en un frio hospital sin el calor de su familia.
Le teníamos chirria a caer en manos de los matasanos, pues sabíamos que caer en sus manos era probablemente no regresar, y no se equivocó, se fue sin saber que le aquejaba de tantas cosas que le hicieron. Ni los médicos sabían que tenía, por lo tanto mal medicada, le sacaron a relucir cuanta enfermedad se puede tener en un solo cuerpo.
Esta misma mañana, antes de saber que había fallecido, me soñé con ella, que había regresado a su casa y estaba bien. La vi con la herida que le hicieron en la garganta, nunca la vi en persona después de eso, por lo tanto no sé cómo se veía, pero en mi sueño ella estaba contenta y sin problemas para hablar. Me dijo que ahora si estaba bien, que no era de los riñones que se había enfermado, que la habían operado sin necesidad, pero que gracias a Dios se encontraba muy bien.
Nos abrazamos de la felicidad que sentí al verla, creo que vino a despedirse de mí, pues cuando me desperté contenta por el sueño, ya era algo tarde porque estaba lloviendo y tenia un mensaje donde me daban la noticia de su muerte.
Sentí una gran tristeza pero también una tranquilidad por ella. Porque sé que era lo que hubiera preferido. Además sin saber cómo iba a quedar después de todo lo que le hicieron en esa clínica, seguramente no quedaría nada bien y estamos de acuerdo que para estar mal y esperando a ver quién le hace un favor, lo mejor es partir sin sufrir demasiado.
Nunca la olvidaremos,. Siempre la tendré presente, pues fueron muchos y muy bonitos los momentos compartidos desde que éramos unas niñas. Muchos los consejos recibidos de su parte, muchas enseñanzas que me han servido, su forma de dar y compartir sin envidia la hacían una persona inigualable, que Dios la tenga para mejores cosas y que como su apellido Angel, desde donde esté nos siga acompañando.