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Conociendo San Cipriano

El último paseo que hemos hecho fue a San Cipriano, ni idea teníamos que existía en un lugar con este nombre y que para poder entrar allí solo se podría por medio de las brujitas.

Las cuales consisten en una moto montada en unos rieles de tren con asientos a los lados.

Mi sobrina me dejó la tarea de contratar el transporte y hacer todo lo pertinente para invitar a los de siempre al paseo.

Y claro, como no, todos los disponibles y de la mejor disposición para disfrutar un día diferente.

Con meses de anticipación se habló con el señor del transporte, esposo de una amiga, el cual hace viajes a donde se quiera ir.

Pocos días antes del paseo se accidentó, resulta que una moto lo atropelló y lo dejó algo descuadrado, pero no por eso se dañó el paseo.

Pues el señor nos mandó con su ayudante que también conoce el territorio y sin ningún problema nos llevó a San Cipriano.

Muy tempranito en la mañana llegó el autobús.

Quedamos de salir alas 5 de la mañana, antes de esa hora ya estaba en la puerta la buseta esperando que todos los invitados lleguen para partir,

Y muy cumplidos todos llegaron a tiempo.

De pasadita nos paramos a ver el paisaje y a tomar fotos.

¡Qué belleza de amanecer nos tocó ver!

Es increíble la naturaleza lo que nos regala sin pedir nada a cambio, solo que no la contaminemos.

Llegamos al destino como a las 9 de la mañana. Como llevábamos el desayuno listo, nos sentamos a desayunar antes de adentrarnos en las turbulentas brujitas. Único modo de llegar al río.

Pero al llegar al pueblo toca hacer cola para comprar las entradas y de ahí pasar por un puente colgante que se balancea bien maluco con toda la gente, es algo temerario este pasito, pero al parecer no tiene peligro si no nos ponemos a saltar como locos .

Luego del paso del puente, esperar que haya brujitas desocupadas para adentrarnos en el corazón de San Cipriano.

Mucha gente había pero conseguimos transporte fácil, en una sola brujita cupimos todos los 14 que íbamos y a despelucarnos en el recorrido.

Siempre es más de 30 minutos en este aparatico. Un paseo ecológico donde solo se ve vegetación y va a buena velocidad.

Cuando se llega al pueblito, nos bajamos de la brujita y a caminar hasta el río, donde ya está la gente apoltronada con sus mejores lugares.

Hay un pedrerio, nos organizamos en una parte donde había sombra y cerca del río para poder estar pendiente de los niños

Como es tan pedregoso, no se hace fácil estar en medio del río sin unos zapatos específicos y ojalá con flotador.

Por eso hay cantidad de negocios con llantas flotadoras.

Es de la única forma que se disfruta un poquito del río tirándose por las corrientes.

Lo malo es que no acataron a llevar a cabo más flotadores y con uno por turno pues poco se pudo disfrutar.

Los más aventureros decidimos irnos a la cascada del amor, sitio que queda como a dos horas y había que subir y bajar trochas.

Al llegar a la cascada se descansaba un ratico y se podía disfrutar de un pedazo de río de aguas transparentes, pero sin poderse quedar mucho rato.

Pues era mas bien pequeño y al subir mas gente, pues tocaba dejar espacio para que el que subiera pudiera disfrutar un momento de esta maravilla de la naturaleza.

De regreso nos llovió, para colmo algunas de las chicas no llevaban calzado adecuado y se imaginan el pantanero.

Eso quedaron  con los pies como nazarenos, qué cosa más maluca andar sin calzado adecuado. Pues se puso muy resbaloso al caer tanta agua.

Cuando llegamos todos, habían recogido las cosas y la comida, almorzamos en medio de la lluvia y de esta forma se acabó el paseo rápido.

Luego, a volver a coger las brujitas, pasar por el puente colgante y la buseta que nos estaba esperando.

Dejar en el camino a los que iban para Cali y seguir nosotros para Sevilla.

Un paseo que pudimos permitirnos mucho antes de empezar todo esto de la cuarentena. Porque desde luego ahora como están las cosas, salir está súper complicado.

Aunque no dejamos de soñar ¿cierto?

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