La Luna ya anda de techo en techo, saltando como conejos por los techos de la cuadra. Malu todavía no, pero ya casi. Hoy vio a Luna subirse al techo y ella se fue con toda la buena intención de seguirla, pero como boba no es, se quedó quieta en primera cavilando si de un salto llegaría a lo alto. Miraba el tanque de agua, luego el muro, me imagino que pensaba que si se equivocaba de salto caería al agua o a la quebrada. Como que no le gustó ninguna de las opciones y mejor se bajo, esperando una mejor ocasión.
La gata de enseguida también se llama Luna, ya ha pasado a saludar a las de aquí, que no le hacen muy buena cara. Ella es toda mansita y con ganas de hacer amigas, pero estas niñas le gruñen y no se le acercan, entonces ella se queda merodeando por toda la casa, retiradita pero sin mostrarles miedo, cuando se cansa se va por dónde llego.
El gato de la profe se llama Caramelo, ese es otro mansito que le gusta que lo toquen y lo carguen. Le gusta la calle, como a la dueña y no pueden dejar la puerta abierta porque ahí mismo se quiere ir a callejear. Lo traje con mis gatas, a ver si se hacían amiguitos, pero estas langarutas no les gusta los otros gaticos. Solo Malu se le acercó y lo olisqueó, pero a la final le gruñó, así que no hubo química.
En estos días la gata de los vecinos se subió al techo de la profe y le daño un pedazo de cielo raso, recién remodelado. No se explica por dónde se metió si ella había hecho encerrar su pedazo, para evitar que estos bichos se pasaran para donde ella. Pues de nada le valió, la Luna encontró su hueco. La profe se quejó con los vecinos, le dijeron que le arreglarían el desaguisado, pero nada, hasta ayer que volvió la Luna a meterse a su casa al caerse con un pedazo más grande de cielo raso y como la casa estaba sola, el único habitante era Caramelo, pues de una que se hicieron amiguitos y se pusieron a saltar por toda la casa, jugando y poniéndola de ruana, cuando se cansaron se acostaron a dormir junticos.
Así los encontraron con la casa patas parriba y la culpable con las manos en la masa, pues que de una la profe se fue para donde los vecinos a poner la queja y para que le arreglaran su techo. Fueron el padre, la madre y la hija a ver el desbarajuste ocasionado y el señor este se salió de los chiros y dijo que regalaran esa gata, que tan dañina y quien sabe que más, se fue alegando con su familia que hasta un preinfarto le dio. Ahora anda hospitalizado y la gata a un paso de ser regalada.
Al ver las consecuencias de los brincos de las gatas en los tejados, ahí sí Hugo se puso a la tarea de taparle los huecos para que las de aquí no nos vayan a dar dolores de cabeza con los vecinos, ya que esta mañana estaba muy curado de la pena y me decía «eso déjelas que suban al techo», pero cuando le conté los últimos acontecimientos, mejor puso manos a la obra para tratar de evitar estar pagando lo que las cagonas de aquí hagan sin querer, queriendo.
Y es que definitivamente andar de techo en techo tiene sus cosas buenas, pero también sus cosas malas y es mejor prevenir que lamentar.
¿Tus gatos se la pasan de techo en techo o de casa en casa?
3 respuestas a «De techo en techo»
A veces los gatos no son gatos, son avisos, esto es lo que yo pienso.
Mis gatos también se ocupan de meterme en líos con los vecinos, es más, creo que tienen un cuaderno en el que aparecen los vecinos con los que peor me llevo, de momento llevan 2 tachados…..
Disfruté de las peripecias gatunas. Un saludo Amparo
Mora Amaro
Es verdad, como recompensa de que los gatos de ellos también han incursionado en mi techo.
Si el gato puede escalar siempre lo hará ¡hasta por el hueco más insospechado!