En los quince donde fui esta semana a mi cuñada le dio por ponerse muy pispireta y se hizo colocar uñas postizas, pero creo que le peso en el alma ese ataque de vanidad, pues las uñas se le encarnaron y no se las podía arrancar por mas que se las echaba en agua caliente. Creo que de hecho más se le fijaban.
Ahí es donde uno dice: ¿vale la pena aparentar lo que no se tiene?
Si son unas simples uñas, que quien iba a pensar que le iba a ocasionar tantos contratiempo y dolores ni me quiero imaginar el resto de cosas que la gente se hace poner para aparentar que tienen, lo que no tienen.
Pues por muy bien que queden una puchecas, siempre les queda la impresión de que con un alfiler se podrían ponchar y se les desinflan, lo mismos que las nalgas, les debe dar susto sentarse duro, porque se pueden pinchar y quedarían todas descuadradas y así por el estilo cositas varias que no son propias.
Como moraleja me queda muy clarito que es mejor estar contentas con lo que tenemos: mucho, poco, bonito o feo, pero que no ocasionen trastornos en la salud y en el diario vivir, pues por aparentar se puede perder algo más que la tranquilidad.