Para hacer frivolité sólo se usa un nudo o punto, y con el se consiguen series que forman delicados círculos y cadenas que combinados, forman el modelo de puntillas. Una determinada puntilla de frivolité puede estar hecha exclusivamente de círculos o bien de cadenas, pero la mayoria de los modelos incorporan los dos elementos.
El frivolité fué ya un pasatiempo en la corte inglesa de Guillermo y Marty, pero cayó en desuso a finales del siglo XVIII.
El frivolité moderno comienza realmente en el siglo XIX y debe mucho a dos mujeres de gran cratividad, Eleanor Riego de la branchardiére, profesora de labores de las familias reales de Inglaterra y Alemania, que se acreditó con la invención de la cadena de frivolité entre otras muchas mejoras, y Thérése de Dillmont, que perfeccionó el trabajo de Riego. Desde la época victoriana, el frivolité no ha dejado de estar nunca de moda.
No importa que cambien los estilos, siempre puede adaptarse para adornar las mangas, el canesú o el dobladillo de un vestido por el que se sienta especial predilección.