– Yo nunca habia estado en un lugar asi, ¿como son los hombres de este pueblo?
La anciana levantó los ojos, la miró de frente y replicó:
– ¿ Cómo eran los hombres del pueblo de donde venías?
– Ah, ególatras, machistas, descuidados. Por eso me siento contenta de haber salido de allá.
– Así son los hombres de este pueblo- respondió la anciana sin inmutarse.
Un poco más tarde, otra joven se acercó a la anciana y le hizo la misma pregunta:
-¿ Cómo son los hombres de este pueblo?
– ¿ Cómo son los los hombres del pueblo en que vivías?- preguntó la anciana.
– Pues todos son buenos, honestos, trabajadores. Tenía tantos amigos allí que me ha dolido separarme de ellos.
– Así son los hombres de aquí- dijo la anciana de inmediato.
La primera joven, que habia permanecido cerca, escuchó la conversación, se acercó a la anciana y le preguntó:
-¿ cómo puede dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?
La anciana con una sonrisa en los labios, le contestó:
-Cuando uno lleva un universo en su corazón. Quien no ha vivido nada bueno en su pasado, tampoco lo vivirá aquí. En cambio, aquella persona que tiene amigos en su ciudad, aqui también encontrará amigos felices y leales. Porque las personas son lo que hallan en sí mismas: uno siempre encuentra lo que quiere encontrar.
Me parecio muy acertada esta historia, es verdad que uno mismo encuentra lo que quiere, si quiere buenos amigos asi seran, si se relaciona mal pues encontrará personas dañinas y malas en el camino.