Por la mañana salí a comprar para el almuerzo y una de las vecinas me ofreció que tenía yucas, «como sabe que iba a hacer sancocho ¿?», le dije. «Nose pero tengo muchas que me trajeron, llevese unas», me dijo. Así que le dije: «bueno que rico». La otra vecina tenía plátanos, solo faltó que me dieran la carne, las papas, en fin, me pareció muy gracioso y como en la casa había bananos, les repartí a ellas también, fue como un trueque, un intercambio de cosas para el almuerzo.
Asi es la vida en mi vecindario todas compartimos lo que tenemos de más, no por eso nos sentimos mal, o por lo menos yo, para nada me incomoda que ellas me den cosas o yo darles cuando tengo, muchas veces me traen otras cosas, todas repartimos lo que tenemos de más. Es algo que no se da en las grandes ciudades, es algo de apreciar, tambíen depende del vecindario, no siempre se encuentran buenos vecinos, los que tengo en este momento son los mejores, aunque nunca he tenido malos, pero se nota la diferencia, somos como más unidos, sin necesidad de estar en las casas de ellos.