Pero el susto, quien se lo quita, de fortuna que cayó como en cámara lenta y no se hizo daño, tampoco la altura era mucha, ahí los beneficiados fueron los inquilinos que les tocó, techo nuevo, cielo raso también, no hay mal que por bien no venga, pues hacia dias le había dicho al dueño que una gotera les estaba cayendo y no paraba bolas, hasta que por fuerza mayor le tocó meterse la mano al dril y desembolsillar un arreglo en forma.
Sin querer queriendo, se les alargó el trabajito, si fuera mal pensada, pensaría que pudieron dañar el techo a propósito, para tener trabajo, con lo escaso que está, pero supongamos que fué un caso fortuito, no creo que nadie quiera quebrarse de pronto el trasero con una mala caida.