Fue muy rico sentirse volando por los aires, hacía muchos años que no burreaba, fue muy placentero, siempre es bueno sentirse un poco infantil de nuevo.
Luego nos fuimos para un centro comercial y nos sentamos en unas sillas masajeadoras, era lo que necesitábamos después de la caminada, que nos dolía hasta el apellido.
Yo quedé muy relajada, pero Gloria, si quedó más molida, porque como es más bajita, en la silla quedaba mal acomodaba, entonces en vez de masajearle el cuello, le cogía era la cabeza, antes no la despescuezo, jajaajaja, salió de ahí con dolor de tusta.
De ahí sí salimos para casita en taxi, pues estábamos que no podíamos con el alma, sin embargo, el esposo de Gloria tuvo alientos para barequear a ver quién nos llevaba más baratico, no hay que dejarse tumbar por los taxistas, hasta que hubo uno que nos llevó por la plata que él les ofrecía y nos dejó en la puerta de la casa, que rico, no caminar más.
Llegamos, comimos y a la camita, que parecía llamarnos, que temprano nos acostamos, pero es que no dábamos más.