Todaviá tenía animos para corretear a las viejitas, le gustaba hacerlas sudar, tratando de huir de él, lo demandaron pero la policia no podia hacer nada, solo amonestarlo para que no lo vuelva a hacer, aconsejaron a las viejitas que cerraran bien las puertas y que no estuvieran solas por ahí, dando papaya y el viejito se defendia diciendo que eran ellas, las que lo perseguian, que él solo les daba gusto.
Algunas de las viejitas apenas se reian con malicia de todo el embrollo formado, algunas con ganas de que les diera su revolcon, otras preocupadas por que este semental las podia desbatar, pero de todas maneras, me imagino que más de una agradecidas que todavia alguien les hiciera el favorcito, como en todo, siempre habra los defensores y acusadores, pero mientras que le queden fuerzas, el viejito se seguirá dando gusto con el consentimiento o sin él del harem que tiene.